¿Cuáles son las señales del Espíritu Santo? – Obispo Barrón

A continuación transcribo la maravillosa Homilia del Obispo Robert Barron en este sexto domingo de Pascua.

————————————————————————————————————

Llegamos al sexto domingo de Pascua, lo que significa que nos estamos aproximando al final del tiempo de Pascua, es decir nos aproximamos a la gran fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo.

La Iglesia nos da entonces una especie de breve anticipo de Pentecostés al hablar sobre el Espíritu.

Y en todas las tres lecturas escuchamos descripciones de la obra del Espíritu Santo.

Algunas veces se dice que, especialmente en la Iglesia occidental, pasamos por alto al Espíritu Santo, le damos poca importancia al Espíritu.

Creo que eso no es cierto, porque en verdad en las Escrituras y a lo largo de la Iglesia hay muchas descripciones y celebraciones del Espíritu.

El Espíritu Santo, por supuesto, enviado por el Padre y el Hijo, es el espíritu que anima la vida de la Iglesia.

Piensen en el Espíritu como el alma del Cuerpo Místico.

Es el principio que anima al Cuerpo Místico.

Vemos entonces su obra.

Vemos su obra por todas partes.

Y las lecturas de hoy nos dan algunos indicios.

Quiero mencionar cinco signos del Espíritu Santo.

Miremos ahora la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Escuchamos que Felipe baja a la ciudad de Samaria y les proclama a Cristo.

Ahora, en primer lugar, ¿por qué está yendo allí? Bueno, debido a la persecución que sobrevino luego de la ejecución de Esteban.

Una breve lección:

Cuando algo va realmente mal, incluso cuando va muy mal en sus vidas, en vez de decir:

“Bueno, este es un sufrimiento terrible, inútil”, digan “¿Qué busca Dios? ¿Cómo puedo ver esto como una señal de la providencia de Dios?”.

A causa de la persecución en Jerusalén, los apóstoles y discípulos fueron enviados a todo el mundo.

Pero a lo que quiero que le presten atención es a este es el primer signo del Espíritu Santo:

En nuestra sociedad occidental moderna, no se habla mucho públicamente sobre religión.

Te toleraremos, pero no salgas públicamente eso va a causar problemas en el espacio público.

Desde Felipe y Pedro y Santiago y Juan, las personas llenas del Espíritu Santo tienen que hablar.

“Ay de mí si no predicara el evangelio”,

No podía guardarlo para él.

¿Un signo entonces de que el Espíritu Santo está activo en ti?

Aquellos que están formalmente a cargo de proclamar a Cristo.

Somos nosotros. soy yo, por el Espíritu Santo,

Este es el segundo.

Recuerden, el Nuevo Testamento es muy claro sobre esto.

Estamos envueltos, de hecho, en una guerra espiritual y hay realidades de lo alto, algunas de las cuales han caído. Hay ángeles buenos y ángeles malos.

Y ellos realizan su obra en el mundo, obras que nos pondrían la piel de gallina, trabajan mediante la tentación y mediante la insinuación y así.

Combatimos contra poderes que podemos ver, pero también combatimos contra poderes que no podemos ver.

De acuerdo.

Si el Espíritu Santo está en ti, él se deshace de esos espíritus oscuros.

Hay una especie de poder expulsivo en el Espíritu Santo.

Si se instala en ti, entonces estos otros espíritus tienen que huir.

Escuchen esto:

“De muchos poseídos salían los espíritus inmundos, lanzando gritos”.

Bueno, eso es lo que sucedió cuando Felipe proclamó audazmente a Jesucristo.

Cuando Felipe, lleno del Espíritu Santo, proclama, viene el Espíritu Santo y entonces expulsa a los poderes oscuros.

Uno de los signos del Espíritu es la huida de la tiniebla.

Relacionado con esto, entonces: “habían oído hablar de los milagros que hacía y los estaban viendo . . . entonces se despertó una gran alegría”.

Los signos que estaba haciendo.

El Espíritu Santo produce efectos milagrosos.

Ahora, de nuevo, no estoy diciendo que esta es la realidad diaria de la mayoría de los creyentes.

No lo es.

Pero claramente, desde el Nuevo Testamento hasta el día de hoy, uno de los signos del Espíritu Santo es las señales y milagros extraordinarios.

Pablo habla de profecía y de sabiduría y don de lenguas.

Y ciertamente, desde la época de Pablo hasta el presente, esas son realidades en la vida de la Iglesia.

Una de las señales del Espíritu son las manifestaciones milagrosas.

Algo que he notado, que me resulta muy interesante —si revisan la historia de la evangelización desde el Nuevo Testamento hasta el presente, a menudo la evangelización inicial de un pueblo o una nación viene acompañada por signos milagrosos.

Y pueden ver por qué.

Alguien llega a un país donde nunca oyeron hablar de Jesucristo, y ciertamente, supone predicación y enseñanza, pero a veces te preguntas, ¿Qué fue lo que captó primero su atención? Ya sea Patricio en Irlanda, sea Bonifacio en Alemania o la Virgen de Guadalupe en México.

Cuando alguien fue a evangelizar por primera vez, pensamos en los primeros misioneros de África en el siglo XIX.

¿Qué fue lo que llevó a la gente a decir,

“Sí, voy a escuchar a esta persona”?.

Bueno, hay un montón de testimonios a lo largo de la tradición sobre signos milagrosos, curaciones y maravillas y demás, que acompañaron a estos primeros evangelizadores.

No debe de sorprendernos.

Estas señales, la expulsión de poderes oscuros, la manifestación milagrosa del Espíritu,

estos son indicadores.

Este es un tercer signo del Espíritu, y de algún modo ya he aludido a él.

Dice, “despertó gran alegría en aquella ciudad” luego de la proclamación de Felipe.

La alegría es la principal bandera del Espíritu Santo.

Permítanme decirlo de nuevo:

La alegría es la principal bandera del Espíritu Santo.

Hace unos días sucedió la coronación del Rey Carlos III y cuando el monarca está en la residencia en el Palacio de Buckingham, se izan las banderas y los estandartes sobre el edificio.

Es el signo de que el rey, el monarca, está allí.

Bueno, pienso que esa es la bandera que flamea sobre el hogar de alguien en quien habita el Espíritu Santo.

Existen otras señales, otros indicadores, pero el más claro es la alegría.

Evitemos a los Cristianos tristes y deprimentes y lúgubres.

Podrán estar bien en la vida moral, o podrán estar bien en muchas cosas, o seguir las instrucciones de la Misa de la forma correcta, y todo eso está bien.

La señal del Espíritu Santo es la alegría.

He conocido algunos santos en mi vida, un puñado de personas que pienso son verdaderos santos.

Esa es la señal.

La piedad y todo lo demás que podamos decir, pero lo principal es su propia alegría, que se vuelve radiante y contagiosa.

Y saben de lo que hablo.

Cuando están con alguien y se van sintiéndose más vivos, ese es el signo del Espíritu Santo en esa persona.

Cuando han capturado su misma alegría, el Espíritu Santo está por allí.

Estén atentos a eso, estén alertas.

Estén atentos a eso en sus propias vidas.

Esa es la señal de que el Espíritu habita en ustedes.

La cuarta señal, y voy a pasar a nuestra segunda lectura, que es de la primera carta de Pedro, y es esa gran frase.

He predicado mucho sobre ella antes:

“Estén siempre dispuestos a dar las razones de la esperanza de ustedes”.

Es la exhortación principal con relación a lo que llamamos apologética.

Se necesita mucho actualmente, ¿cierto?

Cuando la gente tiene preguntas sobre la fe, se están marchando de la Iglesia y se preguntan, hacen preguntas.

Bueno, Pedro les dice a sus seguidores y a nosotros, 

“Estén siempre dispuestos a dar las razones de la esperanza de ustedes”.

Así que si eres un Cristiano, estás lleno del Espíritu Santo.

Tienen todas estas diversas habilidades y convicciones, y alguien les pregunta.

“Ey, ¿de qué va todo eso? ¿De dónde viene?”.

Estén listos para dar razones de la esperanza de ustedes”.

Pienso que —y la voy a nombrar como la cuarta señal del Espíritu Santo— es la curiosidad intelectual sobre la fe.

Si el Espíritu está en ustedes, el Espíritu de Jesús está dentro suyo, querrán saber tanto como puedan sobre Jesús.

Estarán fascinados por él.

Estarán enamorados de él.

Y entonces estarán deseosos de averiguar todo lo que puedan.

Es por eso que John Henry Newman dice que una de las señales de la doctrina cuando se desarrolla apropiadamente es la curiosidad intelectual.

Si de pronto estuviera como, “No me interesa, no hago ya más preguntas, soy indiferente a ello”, entonces la Iglesia se estaría volviendo corrupta.

Se están volviendo corruptos en su fe.

La curiosidad intelectual los conduce a leer y a estudiar y a hacer una lectura meditada y a comprender la fe con mayor profundidad —ese es un signo de que el Espíritu Santo está obrando en ustedes.

¿Puedo darles una más?

Y la guardo para lo último.

Es la más importante, y me estoy respaldando aquí en el gran texto del Evangelio.

Durante el tiempo de Pascua, leemos a menudo el Evangelio de Juan y estas manifestaciones

maravillosas del Señor, la noche antes de morir y luego el Señor resucitado hablando a sus discípulos.

Y encontramos esto:

Jesús les dice a sus discípulos: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos . . . Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él”.

El Espíritu Santo es el Espíritu de Jesús enviado por el Padre y el Hijo, el principio que da vida a la Iglesia.

Por lo tanto, el Espíritu Santo es el espíritu de amor. 

Tanto amó Dios al mundo, el Padre tanto amó al mundo, que envió a su único Hijo para que todos pudiéramos ser congregados en el amor que Dios es.

¿Quién es el Espíritu?

El Espíritu es el amor que conecta al Padre y al Hijo, el amor al que hemos sido invitados.

Por lo tanto, la señal de las cinco que he mencionado, la señal más importante del Espíritu Santo, es el amor.

¿Qué es el amor?

Sé que aquellos que me han estado escuchando durante años probablemente lo dirán, pero

¡diablos!, escribanlo en mi lápida porque no hay nada más importante que haya enseñado alguna vez. Y simplemente lo saqué de Santo Tomás de Aquino, que lo sacó de la gran tradición:

Amar es desear el bien del otro.

Es eso.

Esa es la señal del Espíritu Santo.

Ey, podrás tener todas las cosas que mencioné y eso es genial. Son todas geniales.

Pero si no tienen esta, no tienen el Espíritu Santo.

Es por eso que Pablo puede decir que hay tres cosas que perduran, fe, esperanza y amor, pero la más grande de ellas es el amor.

Podría tener suficiente fe para mover montañas, dice Pablo, pero si no tengo amor, no soy nada.

Es eso. Es eso. 

Esa es la señal del Espíritu Santo, es el amor. Me acuso a mí mismo ahora, pero muchas personas religiosas, podemos tener muchas cosas buenas, pero si no hay amor en nosotros, entonces el espíritu que habita en nosotros no es el Espíritu Santo.

Es cualquier otra clase de espíritu.

Esa es la señal, desear el bien del otro. 

San Juan de la Cruz dice, “En el atardecer de la vida seremos juzgados en el amor”.

Quiero decir, a eso se resume todo.

¿Qué clase de vida he vivido?

Oh, obtuve esto y aquello.

Obtuve este título y tuve estos amigos y estas conexiones.

Si, sí, ¿a quién le importa? ¿A quién le importa? ¿Amaste? ¿Estuvo tu vida signada por el deseo del bien al otro?

Ese es el signo principal del Espíritu Santo.

¿Qué tal entonces esas cinco?

Las personas llenas del Espíritu, proclaman al señor con audacia.

Las personas llenas del Espíritu a menudo manifiestan signos.

Las personas llenas del Espíritu tienen alegría.

Las personas llenas del Espíritu, tienen curiosidad intelectual sobre la fe.

Las personas llenas del Espíritu, desean el bien de los demás.

Y Dios los bendiga.

Obispo Robert Barron

Homilía del 6° domingo de Pascua, 2023

Publicado por Juan Carlos Carrillo

Juan Carlos Carrillo es un predicador Católico. Ha trabajado para distintos movimientos religiosos, como el Regnum Christi, Familia Educadora en la Fe, la Arquidiócesis de Tlalnepantla, entre otros. Juan Carlos inicio su formación religiosa en Familia Educadora en la Fe desde los 3 años. A los 13 años se convirtió en animador de grupos juveniles. A los 19 años entro al movimiento Regnum Christi donde se encargo en durante varios años de los Círculos de Estudios, Horas Eucarísticas y Retiros. A los 24 años se convirtió en el Vice-Coordinador Nacional de Universitarios del Movimiento Familia Educadora en la Fe y a los 27 tomo la responsabilidad como Coordinador Nacional de Juveniles del mismo movimiento. Juan Carlos se dedica a dar charlas, conferencias y catecismo a jóvenes y adultos buscando que encuentren el amor de Dios en sus vidas.

Deja un comentario